1975. Tras el sueño utópico de los 60, Jacques-Marie Bertrand, ingeniero fundador de la veterana empresa de fotocopiadoras Bercop, da carta blanca a su hijo Jean-Yves para desarrollar la fotocopiadora del mañana.
Tras un contacto fortuito con ciertos estupefacientes, Jean-Yves echará un vistazo al futuro y descubrirá algo inesperado: que hay que inventarlo.
A partir de entonces, y a espaldas de su padre, pondrá en funcionamiento un laboratorio tecnológico, cuna del primer ordenador doméstico, la impresora original, los SMS y cierta combinación de signos que un día se llamará “emoticono”.
El futuro de ayer contado desde el mañana.
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