Jill intenta ser una buena chica. Intenta sacarse una carrera mientras trabaja honradamente en una tienda de ropa. Pero a Jill le gusta tanto el sexo que se salta clases y llega tarde al curro con los pantalones rasgados justo en la entrepierna y aún jadeando. Y si encima se tira a los empleados en el almacén, pues es normal que la acaben despidiendo.
Pero su vida cambia cuando los tíos le empiezan a ofrecer pasta por acostarse con ella. ¡Es perfecto! Encima que le gusta follar más que respirar, Jill va a ganar dinero con ello. Mucho dinero. Jill es otra de las heroínas sexuales del autor norteamericano Kevin Taylor, uno de los maestros del cómic erótico surgidos a finales de los 90 y que se ha consolidado ya como un clásico del siglo XXI.