Nos vendieron el cuento de envejecer en pareja, pero lo cierto es que la madurez está pillando a unos cuantos más solos que la una.
Salva no lo lleva del todo mal. Después del susto del infarto ha cambiado las birras por las meriendas y ahora su vida en Barcelona es serena y tranquila. Mantiene su núcleo de amigos, entre los que se cuentan Peluche, Rita, Oriol y los hijos de cada uno, y entre todos conforman una familia elegida, cada uno con sus penas y con sus alegrías.
Las inquietudes sentimentales, eso sí, son las mismas de siempre. Ahora a Diego, el novio de Salva, le han ofrecido trabajo como fotógrafo en una revista norteamericana, lo cual va a suponer una sacudida en su relación y tal vez requiera tomar decisiones drásticas.
La vida, en cualquier caso, sigue siendo una actividad de riesgo…
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