De joven, Yvan solía preguntarse qué sería de él con 50 años. Pues bien, ya no le hace falta preguntarse nada, Yvan acaba de cumplirlos.
Por si fuera poco, en el último año también ha perdido el trabajo, han fallecido sus padres y su relación de pareja se diría tocada de incertidumbre, apenas sostenida por un vínculo de distancia y costumbre.
En términos generales, no parece que este vaya a ser un año para el recuerdo en la vida de Yvan, pero tampoco será fácil olvidarlo.
Su crisis de los 50 pasará por dejar su apartamento de París y refugiarse en la acogedora casa familiar de unos amigos, entre las montañas del Jura, llevándose la vida empaquetada en un puñado de cajas llenas de ropa, libros y enseres útiles o tal vez no tanto.
Y allí, bajo el cielo azul y sobre fondo nevado, tratará de recuperar el rumbo. O, por lo menos, de hacerse con el timón.
Decepciones, pérdidas, resabios, frustraciones acumuladas… e incluso algún misterio por resolver. Cuando uno lleva medio siglo en el mundo, el equipaje empieza a ser considerable, y casi siempre de dimensiones inversamente proporcionales a las energías que se requieren para seguir cargando con él.
Oxidado por los años y con la sensación creciente de que la adversidad puede haber tomado las riendas de su destino, el protagonista de esta novela gráfica ha tomado algunas decisiones antes de entregarse al desánimo de una nueva crisis de madurez.
Lo que aún no sabe es que a sus 50 años recién cumplidos todavía se encuentra inmerso en un proceso de aprendizaje: el de permitirse la vida.
Luis Almendros
Comprado y devorado con entusiasmo y algún que otro nudo en la garganta. Etienne Davodeau es uno de mis autores favoritos. Así que debo preguntar: ¿está en vuestros planes editar el anterior y muy premiado «Cher pays de notre enfance»?
Un saludo.
Ediciones La Cúpula
De momento no, lo sentimos. Un saludo.