Étienne Davodeau apuesta a que hay tantas formas de realizar un libro como de producir vino. Constata que ambos tienen ese poder, necesario y precioso, de unir a los seres humanos. Los ignorantes nos propone el feliz relato de esta iniciación compartida.
Étienne Davodeau nos ofrece otro retrato femenino donde lo improbable se alía con esa certeza que solo se da en la contemplación y la calma: que los recuerdos son. Que están.