Después de Prototipo y Arquetipo, Ralf König retoma su adaptación de la historia más grande jamás contada, espolvoreándole ahora al Nuevo Testamento el punto justo de irreverencia para conseguir un libro sensato, irónico y desmitificador donde el cristianismo se revela, por sí solo, invulnerable ante la lógica y la razón, pero muy adecuado para el humor.